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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Embestiduras

Y por fin salió embestido el Sr. Presidente de la Generalitat de Catalunya. El saliente, digo. Por fin le arrasaron las astas de una ganadería que llegó al hastío de tanto inútil sentado en el banquillo de las Autoridades -no confundir con el banquillo de los acusados aunque los caretos sean los mismos, recuerden que más de un  fulano tiene silla reservada en ambos-, y es que por fin, a petición popular, ha salido un maestro del burladero dispuesto a coger al toro por los cuernos, a lidiar con el cabreado respetable al que parece temer más que a la res, mientras ésta se lo mira viendo en él la forma de un sonriente pan ya digerido.

Son tiempos difíciles. Dice quien lo narra que no ha visto res más brava desde que empezó la corrida, allá en el año 78, cuando el pueblo se convertía en soberano y sacaba pañuelos para pedir orejas, rabos o reclamaba a los mansos para cambiar de toro, pero hoy las cosas están cambiando, oiga. Hoy ya no se piden orejas ni a modo de tapa, que a ver quién se la paga. Hoy se abuchea para cambiar de torero, que para eso escogemos sombra. Y es que hace mucho tiempo ya -añade el cronista-, que no se ve un matador como Dios manda, que el traje ya no  marca paquete.

Pero mientras tanto, ahí está el recién investido capeador calentando sus medias verónicas, sus largas, sus chicuelinas y demás lances aprendidos después de una observación eterna desde la barrera. Ahí está el maestro poniendo cara y gesto de triunfador, dedicando sus venideros momentos de gloria alzando su montera y mirando a su convencional familia, mientras se le humedecen los ojos por tantas emociones. “Va por ustedes”, sin duda piensa mientras se le eriza el bello.

Pero acierta el comentarista cuando dice que el matador debería ser más precavido, no vaya a ser que le pase como a Paquirri, que entre tanta hombría y preámbulo se encontró sorprendido por el bovino y fue embestido hasta la muerte por la espalda y sin avisar. Y es que, oigan, de ser embestido, siempre es mejor hacerlo saliendo aunque sea por la puerta chica pero con el bolso lleno y protegido por la Fuerza Pública, habiendo traspasado el estoque a ese novato novillero, justo cuando esto ya iba tomando aire de descabello…  

martes, 21 de diciembre de 2010

Solidaridad a punta de pistola


Les voy a contar un suceso ocurrido en una céntrica ciudad catalana, hoy tan gris como tantas otras, en la que sus policías locales han decidido tomar medidas –cuando menos, curiosas- como reacción al cabreo, perdón, la indignación que de ellos se apodera después de que los políticos de turno -los mismos que fueron derrocados en Catalunya hace cuatro días-, hayan decidido que son los trabajadores municipales los que deben financiar mensualmente y con sus nóminas las faraónicamente inútiles obras municipales,  los vanagloriados kilómetros de un desierto carril bici, el asfaltado y los reasfaltados de calles y paseos, las misteriosas rotondas que, sin saber por qué extraño motivo, es necesario ensanchar y reducir según haya luna nueva o cuarto creciente o la construcción de un tercer pabellón polideportivo en apenas cien metros…
 
Y así unos cuantos más productos de este desgobierno, oigan. De éste y de aquel, por cierto. De los que han pensado que son los trabajadores más desfavorecidos los que han de pagar el pato. Debe ser cosa nueva en las izquierdas, eso de hacer pringar a los que pasan frío en invierno y calor en verano, que son funcionarios pero no oficinistas, no lo olviden. Y no estoy hablando del famoso cinco por ciento, que también, sino de curritos poco más que mileuristas a los que se les han inflado las narices después de que el Sr. Alcalde haya concluido que, en aras del interés general, los policías van a dejar de cobrar la friolera de 300 eurazos menos, ahí es nada. Y los de mantenimiento, pues otro tanto. Y las limpiadoras, pues que también. Luego se les dice que el regidor fulano y el consejero mengano también lo están pasando mal y se les pide un poquito de consideración para con el político, pobrecito. Que por mucho que se haya bajado el sueldo sigue subiendo de los tresmiles, pero a él no se le puede comparar con una limpiadora, ni con un policía, dónde va usted a parar. No es extraño que estos currantes con pistola hayan decidido mover ficha. Y de qué manera.

Pero no se me alarmen aunque Real Decreto obligue, que en esa ciudad nadie ha planteado cerrar el tráfico aéreo cruzando un par de coches patrulla, ni se me hagan ilusiones, que la mayoría de estos policías son rechonchos y calvos y no están por la tarea de lucir palmito en un calendario de 2011, porque lo único que se les ha ocurrido, ya que ni siquiera tienen derecho a huelga y se les obliga a trabajar por decreto cuando se celebra un evento tal como la cabalgata de reyes, es donar al banco de alimentos de su ciudad el dinero que se les pague por ese servicio. Y todos, oigan. Así que frente a la falta de reconocimiento y el menosprecio que sus máximos y electos responsables les han brindado, estos guardias les devuelven  su trabajo de gratis no sea que a algún iluminado se le ocurra militarizar las calles el 5 de enero para garantizar el derecho de los niños a la cabalgata. Y ahora, si quieren, critiquen, que algún chiquillo ya lo agradecerá.